miércoles, 13 de abril de 2011

Memorias de ultratumba (Mémoires d'outre-tombe).1846. Autor: François-René de CHATEAUBRIAND. (Fragmento)

" París no tenía ya, en 1792, la fisionomía de 1789 y de 1790; no era ya la Revolución naciente, sino un pueblo que caminaba ebrio hacia su destino, a través de los abismos, en pleno descarrío. El pueblo no aparecía ya tumultuoso, curioso, atareado; era simplemente amenazante. Por las calles no se encontraban más que rostros aterrados o feroces, gentes que andaban pegadas a las casas para no ser vistas, o que merodeaban en busca de su presa: miradas medrosas y gachas se desviaban al cruzarse con la vuestras, o miradas duras se fijaban en la vuestras para intuiros y penetrar en vuestros pensamientos.
La variedad en el vestir se había acabado; el viejo mundo desaparecía; se veía a la gente llevar la casaca uniforme del mundo nuevo, casaca que en aquel entonces no era sino el último traje de los condenados del futuro. Las licencias sociales que se manifestaban en el rejuvenecerse de Francia, las libertades de 1789, esas libertades peregrinas y sin regla de un orden de cosas que se destruye y que todavía no es la anarquía, se igualaban ya bajo el cetro popular: se sentía la proximidad de una joven tiranía plebeya, fecunda, es cierto, y llena de esperanzas, pero también mucho más terrible que el despotismo caduco de la antigua monarquía: porque al estar presente en todas partes el pueblo soberano, cuando se convierte en tirano, el tirano está por doquier; es la presencia universal de un universal Tiberio.
Se mezclaba con la población parisina una población extraña de matones del sur; la vanguardia de los marselleses, a la que mandó llamar Danton para la jornada del 10 de agosto y las masacres de septiembre, resultaba reconocible por sus andrajos, su tez aceitunada, su aire de bajeza moral y de crimen, pero de crimen de otros soles: in vultu vitium, con el vicio pintado en el rostro.

A derecha e izquierda del camino, se presentaban castillos destruidos; de sus arboledas arrasadas no quedaban más que algunos troncos escuadrados, sobre los que jugaban unos niños. Se veían muros de recintos amurallados mellados, iglesias abandonadas, cuyos muertos habían sido sacados de sus tumbas, campanarios sin campanas, cementerios sin cruces, santos sin cabeza y lapidados en sus nichos. Sobre las murallas había pintarrajeadas estas inscripciones republicanas ya envejecidas: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD O MUERTE. A veces se había tratado de borrar la palabra MUERTE, pero las letras negras o rojas reaparecían bajo una capa de cal. Esta nación que parecía estar a punto de disolverse, volvía a inaugurar un mundo, como esos pueblos que surgen de la noche de la barbarie y de la destrucción en la Edad Media."



Memorias de ultratumba (Mémoires d'outre-tombe).1846.
François-René de CHATEAUBRIAND
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