miércoles, 15 de febrero de 2012

Guerra y paz. Autor: Lev Tolstói.

Guerra y paz.
Lev Tolstói
Editorial Mario Muchnick editores
Traducción de Lydia Kúper

Tolstói narra como un agricultor  siembra sus prados, utilizando las palabras como aquellos usan un azadón y un rastrillo. Con el amor a la tierra y la pasión de un “mujik” ruso.

Josep Pla dejó escrito que ésta era la más alta e inteligible novela escrita en la historia de la literatura. Totalmente de acuerdo.
Para el escritor ampurdanés Tolstói era el Homero de la literatura. Su prosa es continua, sostenida, entendible e inmutable. No hay momentos de resplandores o climax extenuantes (como pasa con Victor Hugo o Stendhal) sino que todo el cuerpo narrativo tolstoiano fluye mansamente pero con la regularidad y la certeza de un inmenso río que desemboca al mar.
Impresionan sobremanera  todas las descripciones de bailes y fiestas de la alta sociedad peterburguesa,  las relaciones sociales de esa aristocracia rusa afrancesada y parásita, la génesis de los matrimonios de conveniencia concertados por dicha clase social,  la minuciosa y escrutadora ( hasta el delirio) descripción de las  batallas de Austerlitz y Borodinó. Pero lo que alcanza cuotas de genialidad, de absoluta maestría narrativa, es la toma de Moscú por parte de las tropas napoleónicas. Tolstoi compara la capital rusa y sus habitantes, que huyen de ella, con un gran panal de abejas que ha perdido a su abeja reina,  donde una vez vacío y abandonado se convierte en un estercolero humano (huelga decir que la abeja reina de Rusia es el zar Alejandro).  La entrada de la soldadesca enemiga en Moscú es comparada, por el autor, al agua que se va filtrando por una zona arenosa provocando con ello el secamiento de dicha agua y el  enfangamiento de la arena (o sea el principio del fin de los soldados napoleónicos, prestos al pillaje y la quema y destrucción de la ciudad de Moscú) . Los tres vectores de la novela (las familias Rostov, Bolkonski y Bezujov) confluyen y divergen durante toda la narración, hasta llegar a lo increíble: Ficción e Historia quedan soldadas, fundidas sin ningún tipo de inverosimilitud.  Eso es lo que más impresiona de “Guerra y paz”, el hecho de que ya no sabemos donde acaba  la realidad y  empieza la imaginación del autor. Tolstoi no narra la  Historia sino que “hace Historia” y ésta fluye de su pluma de forma natural e imperceptible.
Sin duda hay momentos que te marcan como lector, y uno de ellos es la forma como Tolstoi narra  la agonía y muerte del principe Andrei Bolkonski bajo la tierna y sublimada  mirada de Natasha Rostova y la princesa Maria. 
El editor y la traductora de la presente edición que estoy leyendo (Mario Muchnick y Lydia Kúper) , traducida del original ruso en una nueva y rigurosa traducción al castellano, relatan que mientras traducían y editaban esta obra “no pudimos evitar (de Tolstoi)  maravillarnos de su idioma robusto, audaz; estremecernos ante su conocimiento del alma humana; hallando explicaciones recónditas pero explícitas de muchas actitudes, gestos y hasta sueños de muchos personajes, explicaciones que, en una lectura normal, pasan desapercibidas”.

1 comentario:

  1. Estoy tan de acuerdo contigo en todo lo que escribes sobre una de mis novelas favoritas, Eduard... Sobre todo con: "todo el cuerpo narrativo tolstoiano fluye mansamente pero con la regularidad y la certeza de un inmenso río que desemboca al mar". Yo sentí exactamente lo mismo, leyéndola, y también que estaba en otro universo. Y totalmente de acuerdo con Pla, también.

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