miércoles, 15 de febrero de 2012

Good bye Lenin. Dreamers. Las invasiones barbaras.

Quería advertir que en el año 2003 se estrenaron en nuestras pantallas tres películas – Goodbye Lenin, Dreamers (Soñadores) y Las invasiones barbaras-  unidas por un similar marco temático – la caída de las utopías o lo que es lo mismo el fracaso de las ideologías de izquierdas de transformación social surgidas en el siglo XX. Pasaré a analizar sucintamente cada película, expresando opiniones personales sobre las mismas:


1.- "Good Bye Lenin" del realizador Wolfang Becker se tiñe de comedia agridulce, posiblemente porque hubiera sido insoportable, para los ciudadanos de la extinta RDA,  plantear la caída del muro de Berlín de modo realista, a la manera pongamos por caso de un Ken Loach. Abundando en la “Ostalgie” – contracción de las palabras germanas “Este” y “Nostalgia”, es decir la nostalgia del este – Becker nos muestra  que pese a los estratosféricos errores de un estado dictado por lideres tan impresentables como Kronenberg, la Alemania comunista fue, en algún tiempo lejano,  un digno y legítimo intento de modificar los desajustes de talento, riqueza y ambición de la lógica de cualquier economía de mercado. De hecho la figura de la madre – no olvidemos que en el cine soviético posterior a la revolución   la madre adquiere la forma de icono revolucionario – es depositaria de  las características de lo puro e incontaminado de su país.  Mantener a la madre feliz en su parque temático “ostálgico” equivale a aislar de lo infame todo aquello que de digno y bello tuvo un día la vida de la antigua RDA.  Cuando descubrimos que un antiguo cosmonauta, héroe nacional en otro tiempo, se gana la vida como taxista en un país devorado por la pornografía y las hamburgueserías, podemos llegar a entenderlo todo. La madre – o lo que es lo mismo la Utopía- debe, metafórica y materialmente,  morir puesto que ya no tiene cabida en una realidad tan demoledora. El pulmón de acero en el que ésta ha vivido sus últimos días se resquebraja por todos lados. Lo que fue la RDA se reduce finalmente a una obsesión “ostálgica” de pepinillos leninistas,  inencontrables en el nuevo supermercado globalizado. Triste metáfora de una sociedad extinta convertida en fetichismo de consumo. 



2.- En "Dreamers" (Soñadores)  Bernardo Bertolucci también aísla a sus protagonistas de la realidad, situándolos literalmente en una placenta mental de compleja salida. Los tres protagonistas del filme tienen varios tics  propios de la burguesía izquierdista y urbana, presente en la Europa occidental de  la segunda mitad del siglo XX: la cinefilia, el izquierdismo  “de salón” o  “gauche divine” y finalmente, la humillante dependencia que estos jóvenes burgueses tenían de la economía familiar.
Cuando los dos hermanos parisinos y el amigo-amante “yankee”  retozan en el interior de una bañera y discuten sobre cine, sexo y el libro rojo de Mao, apreciamos que el “liquido amniótico” que los circunda  - el agua caliente que todo lo protege – opera como auténtico recipiente de supina inmadurez ideológica. El aislamiento suicida llega hasta tal punto que incluso éstos se refugian en una especie de cabaña en forma de sexo femenino cuyo interior adquiere la estructura de una placenta, en la que la protagonista conecta una manguera -cordón umbilical-  el cual no transporta la vida sino la muerte. En la que a mi modesto juicio es una de las  secuencias fundamentales del filme, el “amigo americano” le dice al hermano francés – actor-hijo de Phillipe Garrel – que si quiere realmente cambiar el mundo debe salir de su comodidad burguesa y hacer algo. En resumen, que defender el libro rojo de Mao  debe hacerse en la trinchera de la vida y no en un piso decadente de Paris. Paradójicamente en el momento de actuar – al final del filme-  en las calles de Paris, el americano renuncia a toda acción violenta.  Muchas otras cosas pueden decirse de esta infravalorada película de Bertolucci  (posiblemente el mejor filme del cineasta italiano en bastantes años), pero lo más relevante en mi opinión es el de representar la gran ingenuidad  ideológica de toda una generación, que habitaba física y psicológicamente en el  lado occidental del muro de Berlín, y que no supo ver que detrás de determinados “istmos” de izquierdas – maoísmo, trotskismo o estalinismo- se escondían realidades mucho más complejas.  En determinados medios de comunicación se ha presentado el filme como un acto de nostalgia sesentayochentista  de Bertolucci – posiblemente lo es, a modo de la “Ostalgie” de Becker – pero su diagnóstico es aterrador hacia su propia generación, puesto que Bertolucci  fue un miembro destacado de la “gauche divine” internacional. Se diría que como sucede con Good bye Lenin, Dreamers es la crónica de otro fracaso.  

3.- "Las invasiones Bárbaras" de Denys Arcand es de las tres películas la que mira más hacia el futuro, empezando por su título. Porque, ¿quienes son los bárbaros a los que se refiere el enunciado?. A medida que avanza la película nos damos cuenta de que todo aquello que representaba algo para el  personaje central del filme – Remy,  un sesentón, enfermo terminal en un hospital del Canadá Quebequés – resulta demolido y arrasado por lo que un sociólogo definiría como el “pensamiento único”. En la sociedad actual ya no tiene ningún valor real leer un libro de Primo Levi o Cioran, ir al cine y revisitar la obra de Godard o Tarkovski – por cierto es curioso como Godard es citado en casi todos los filmes comentados, su sombra es realmente alargada -  o escuchar la voz de Françoise Hardy o Jacques Brel. Cualquier analfabeto cultural puede perfectamente dirigir las riendas del planeta (vease Reagan o Bush), las corporaciones trasnacionales deciden el futuro de millones de trabajadores con la facilidad con la que el dedo humano presiona una tecla de un ordenador y el capitalismo puro y duro campa por sus respetos. Bueno, todo esto puede parecer exagerado pero es esto de lo que trata esta película. La muerte eutanásica del protagonista se nos antoja como la extinción - nuevamente suicida - de todo un mundo, de toda una civilización. Toda una generación sometida también a los “istmos” de la izquierda occidental parece barrida. Pese a ello hay un resquicio de esperanza en un personaje- la joven drogadicta  y chamán del protagonista -  que deviene  heredera universal de un patrimonio basado en Levi, Cioran, Godard etc. etc.    Es un contrasentido pero el filme más trágico de los tres acaba siendo el más optimista, puesto que siempre las nuevas generaciones pueden reemprender la cultura dejada por sus predecesores.

 

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