miércoles, 2 de marzo de 2011

Bajo el signo de Marte (Mars). 1977. Autor: Fritz Zorn (Fragmento).

Bajo el signo de Marte (Mars). 1977
Fritz Zorn



A menudo la sensibilidad representa una gran desgracia para aquel que la tiene, y proporciona al hombre sensible muchos dolores y pocas alegrías. La sensibilidad no es una debilidad ni una inferioridad en el marco de la sociedad humana. Al contrario, la sensibilidad incluso es una necesidad, porque sólo el hombre sensible intuye hasta qué punto su propia sociedad es malvada, y lo siente tan dolorosamente que intenta expresarlo en palabras y provocar una mejora mediante la formulación de su crítica.

Naturalmente, la amiga que yo me imaginaba debía seguir siendo siempre un sueño. En efecto: ¿cómo me hubiera animado a dirigirle la palabra a una muchacha o a llegar a preguntarle si quería ser mi amiga? Evidentemente no era porque yo tratara de contarme aún entre los alumnos “pequeños” que no tenían una amiga. Ni tampoco porque no había encontrado por casualidad una chica en la clase de baile de la que ya he hablado. No, era mucho, mucho más que eso lo que me faltaba, ya que detrás de esa amiga imaginaria se escondía, aun cuando todavía no me daba cuenta bien de ello, la imagen de la mujer, de la sexualidad, del amor, en una palabra: de la vida. La sexualidad no formaba parte de mi mundo, ya que la sexualidad encarna la vida y yo había crecido en una casa donde la vida no estaba bien vista, pues entre nosotros se prefería ser correcto a vivir. Sin embargo la vida toda es sexualidad, ya que florece en el amor, el deseo y las relaciones con el otro. Todo el proceso de la vida debe situarse en el mismo plano que el acto de unión sexual: todo lo que vive impulsa continuamente a la mezcla, a la mutua penetración, a la unión; y toda separación, división, disociación y dislocación es, incesantemente y cada vez, la muerte. El que se une, vive; el que se mantiene aparte, muere.”


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